La llegada a casa La llegada del cachorro es emocionante para nosotros, pero para él supone un cambio repentino y abrumador. Se sentirá inseguro ante
La llegada a casa
La llegada del cachorro es emocionante para nosotros, pero para él supone un cambio repentino y abrumador. Se sentirá inseguro ante tantos estímulos nuevos. Por eso, es clave acompañarlo y facilitarle la adaptación con calma y cariño.

Cómo enseñarle dónde y cuándo hacer pipí
Los cachorros, por instinto, son limpios: evitan hacer sus necesidades donde duermen. Aunque con solo dos meses aún no tienen todo el control, esa es precisamente la edad ideal para comenzar a enseñarles a hacer fuera.
Aprovecha su tendencia natural: sácalo con frecuencia, sobre todo después de dormir, comer o jugar. Hasta los cuatro meses, aprenden por repetición, así que no hace falta premiar en exceso ni castigar. Lo más importante es la constancia y la rutina.
Sí, puede ser un poco agotador, pero con cariño y paciencia, todos lo logran. Y si al llegar a los cuatro meses aún no lo ha conseguido, no te desesperes. Refuerza lo positivo con calma, sin exagerar ni regañar, y corrige en el momento con suavidad si se equivoca.
Y un apunte importante: si ves un “accidente” en casa, simplemente límpialo con un producto que elimine el olor. Regañarlo no ayudará, porque no entenderá qué hizo mal.
Lo importante es acompañarlo con empatía y confianza en que lo va a lograr. ¡Estás enseñándole más que un hábito; le estás enseñando a convivir!

Como puedes ayudarle a estar solo
Es de gran ayuda para él no sentirse solo bruscamente ya que todavía su instinto de búsqueda, de protección, es muy fuerte. Le ayudará a que no sea un problema a resolver si evita dejarle solo en los primeros días.
Cómo hacerlo en las primeras noches dependerá de dónde quiera acostumbrarlo a dormir. Si va a ser en su dormitorio, o en la sala de estar o salón, cocina.
En las primeras noches, ponga su camita donde quiera que vaya a dormir habitualmente y, solo durante los primeros días, duerma usted en la misma habitación, en el sofá o, aunque sea en un colchón, en la cocina… Si protesta por la noche, tenga paciencia, póngase unos tapones en los oídos y no le haga ni caso.
Pasados un par de días, vaya probando a dejarlo solo por la noche. También empiece hacerlo durante el día en pequeños intervalos de tiempo, haciendo salidas cortas para que se vaya acostumbrando.

Rutinas que nutren cuerpo y tranquilidad
Durante sus primeros meses de vida, tu cachorro necesita más que comida: necesita estructura, seguridad y mucha paciencia. Hasta los cinco meses, lo ideal es que coma tres veces al día. Esto no solo le ayuda a crecer fuerte y sano, sino que también estimula que beba agua y haga sus necesidades poco después… justo el momento perfecto para acompañarlo al lugar donde debe aprender a hacerlo.
Después de comer, suele entrarle el sueñito. Para que descanse seguro, lo mejor es que tenga un espacio delimitado: su pequeño parque con agua, cama y algún juguete. Colócalo donde tú estés durante el día para que no se sienta aislado y puedas vigilarlo con tranquilidad.
Cuando despierte —tras unas horas de siesta— vendrá otro momento clave: querrá hacer pipí y caca. Lo ideal es anticiparte y llevarlo al lugar adecuado, caminando o incluso en brazos si queda lejos. Por la noche, asegúrate de que la última salida sea lo más tarde posible y ubica su parque en tu habitación. Así, si se despierta, podrás sacarlo enseguida sin incidentes.
Y si ocurre algún escape… no lo regañes. Está aprendiendo. Limpia con calma y vuelve a intentarlo la próxima vez. Ya verás que alrededor de los cuatro meses, muchos cachorros ya pueden aguantar toda la noche. Además, esos momentos de descanso en su parque no solo ayudan a que duerma: también son oportunidades para que aprenda a relajarse solo, lo cual es esencial para su bienestar emocional.

¿Cómo evitar que tu cachorro muerda todo sin volverte loco?
Morder es su forma de conocer el mundo. A falta de piñas, ramas o tierra, tu casa se convierte en su selva… y tus muebles, en las víctimas principales. Por eso es fundamental ofrecerle juguetes blandos y seguros, adaptados a su boca y su edad.
Cuando no puedas vigilarlo, un parque o una jaula no es un castigo: es una herramienta para cuidarlo a él y a tus cosas. Y si lo pillas in fraganti mordiendo algo indebido, no hace falta gritar. Distráelo con un juguete y redirige su atención. Jugar con él no solo lo entretiene, sino que lo calma y fortalece vuestro vínculo.
¿Un buen truco? No le dejes todos los juguetes disponibles. Es mejor tener pocos y bien usados. Sácalos solo cuando notes que necesita descargar energía o está buscando algo que morder. Cuando pierda interés, recógelos. Así, cada vez que los vea, volverán a parecerle nuevos y emocionantes.
No se trata de prohibirle morder. Se trata de enseñarle qué sí puede morder. Y hacerlo con paciencia, coherencia… y mucho amor.

¿Cómo lograr que venga corriendo cuando lo llamas?
Aprender a acudir a tu llamada es uno de los juegos más bonitos que puedes compartir con tu cachorro… y también uno de los más útiles para su seguridad. Puedes empezar con algo tan sencillo como jugar con su nombre.
Prueba así: usa dos juguetes. Lánzale uno y deja que se entretenga un poco con él. Entonces, desde una corta distancia, llámalo por su nombre con voz alegre y muéstrale el segundo juguete. Vendrá encantado, no solo por curiosidad, sino porque empieza a asociar ese sonido —su nombre, tu voz— con cosas buenas, con diversión, contigo.
Cuanto más repitas este pequeño juego con cariño, más sólida será esa conexión. Porque no se trata solo de que venga… sino de que quiera hacerlo.